RESONANCIA CAMINATA+PRÁCTICA EN GRUPO

El pasado 28 de marzo algunos componentes del taller CUERPOS QUE HABLAN (Experiencia Danza) realizamos una práctica de caminata, movimiento y danza en grupo al aire libre por la ciudad de Badajoz. Dicha práctica se basó en exploraciones somáticas con el entorno tanto interno como externo que atravesamos, es decir, tanto el paisaje sensorial y emocional propio como el paisaje arquitectónico, humano y natural que se nos presentaba. Estuvimos juntas explorando, observando, moviéndonos, en definitiva una “práctica de la atención“  donde la ecología urbana se mezcla por momentos con la práctica de movimiento , o la performance.

Por cuestiones de una mejor comunicación (la mascarilla la dificulta un poco) y por experimentación personal en el formato para transmitir y recibir la información, planteé una serie de audios que guiaron la práctica, antes, y durante el encuentro grupal; otros audios están en este blog y son para practicarlos, caminarlos en soledad. Esta fue nuestra primera experiencia grupal y es por  ello  que quiero dejar  a continuación mis impresiones:

Por fín llegó el día y aunque algo nerviosa por la propuesta, más bien por el encuentro, me sentía entusiasmada, como se sentían también las otras en los mensajes que nos poníamos, previos a ese día.

Está siendo un año duro con la pandemia y nuestros cuerpos habían dejado hace mucho de acercarse, de tocarse, y sobre todo de mirarse sin ninguna pantalla por medio, de saberse presentes y cercanos, con ganas de encuentro, con ganas de bailar de improvisar, de empoderarse con el grupo sin olvidar nuestra individualidad.

Al llegar al lugar de encuentro y veros de lejos que ya estabais ahí con una presencia de mirarse, de buscarse, caminar o parar hasta que todas llegásemos, y con la mascarilla, fue ya un impacto, pero cuando me acerqué y pudimos realmente tocarnos deslizando nuestros brazos o incluso a veces nuestros cuerpos, con un intento de saludo en el que no había palabras pero si pequeños susurros o gritos de alegría, fue todo un subidón, un reencuentro emocionante de ver las caras conocidas y sentir los cuerpos como cuando andábamos en nuestras clases.

Fue gracioso, cuando nos esparcimos allí en Puerta Palma sentadas o de pie para escuchar el audio de nuestra primera improvisación para atravesar el puente viejo. Éramos nueve personas, y un coche de la policía que esperaba el semáforo, se quedó incluso más tiempo porque parecía que algo raro era lo que pasaba allí: ¿nueve adultos parados con unos auriculares debajo del monumento? Llevábamos nuestras mascarillas, estábamos bastante separadas y no éramos una gran concentración, y especialmente en silencio. ¿Qué ocurría allí?

El trayecto por el puente fue como sentirse en un juego, le pones otra mirada y otras reglas a caminar y atravesar un espacio, y ese espacio se convierte en otra cosa distinta que no esperas, y que te sumerge en un universo nuevo, lo que ves del grupo que hacen, lo que oyes de los transeúntes, las posibilidades o limitaciones arquitectónicas del puente …

Siguieron más audios y en una zona del río donde las vallas parece que separan el mundo bello, idílico del paseo del río, de una zona abandonada, como un espacio que quiso ser algo y que no llegó a ser de momento nada, y por la cual pocas personas reparan en él; fue un buen lugar para otras exploraciones guiadas… y para ser conscientes de esos espacios que hay en la ciudad y que resultan obviados, desechados…

El día se presentó espectacular en temperatura, en luz, en brisa, resultaba agradable ver a la gente disfrutando del día por el paseo, y haciendo cosas, y nosotras éramos una parte más de ese paisaje donde la danza y el trabajo con el cuerpo que explora libremente el movimiento, se convertían en una posibilidad más de ocupar y reivindicar los espacios públicos, como espacios de encuentro diverso, en ocasiones disidente. No buscar audiencia, sino la normalización de que otras prácticas pueden ocurrir en el espacio público, tanto para la que participa como para las personas observadoras que se encuentran de repente con ello.

Nuestros cuerpos bailaron finalmente con la música en nuestros auriculares y tenías la sensación de que esa energía que sentíamos en el grupo también se sentía fuera en los que nos podían ver de lejos; sin embargo, lo de afuera seguía también con sus actividades , había espacio y posibilidad para todo, para cualquier cosa, y así, lo importante había sido el encuentro, los diálogos corporales que se daban y que hablaban del deseo y la fuerza de comunicarnos presencialmente con nuestro  lenguaje corporal, de por fin encontrar la cercanía, esa que se tiene coartada en los últimos tiempos, de no perder ese contacto real necesario que nos caracteriza al ser humano …

Gracias Alba, Alicia, Ana, Ana, Antonio, Carla, Elena, y Pepe, por curiosear y saborear mis propuestas con la generosidad con la que os lanzáis.